Nací en Palma de Mallorca, un tres de junio de 1945. Soy un llonguet auténtico.
Desde pequeño, con mi hermana, mis padres, una vespa y un sidecar, recorrimos la isla, en verano de playas y en invierno de montañas. De joven, con amigos, hacíamos algunas excursiones, incluso vivacs, con tiendas de campaña.
Ya adulto, con novia y parejas amigas, seguimos caminando, con un buen guía como Pedro Cifre, y la ayuda de las Rutas Amagades de Mallorca.
Llegaron los hijos, y se acabó el caminar por estos senderos, que retomamos con los niños ya mayorcitos. Con compañeros de trabajo, creamos un grupo de fotografía, y salíamos los domingos, con las familias, para hacer prácticas fotográficas. Como anécdota, tuvimos la gran oportunidad, en una salida, de ver como afloraban las Fonts Ufanes en Campanet.
En 1984 nos mudamos a Calviá, y años más tarde, se montó un grupo de senderismo con vecinos de Costa d'en Blanes, con Fernando Guzmán de guía, y salidas en domingo.
Era el año 2000 cuando me prejubilé, coincidiendo con el abandono de Fernando como guía. Entonces decidimos que compraría unos libros de Lluis Vallcaneras y Benigno Palos, y haríamos las salidas publicadas en los libros.
En este mismo tiempo, los miércoles, salía con dos entrañables y ya mayores amigos, Javier Blanes y Pedro Ferrer. Ellos sabían 10 excursiones, y al finalizarlas, volvíamos a la primera, para empezar de nuevo. Eran matinales, que siempre terminaban comiendo de menú en Son Caliu. Tuve que enchufar savia nueva, para romper con la monotonía. Igualmente, con un grupo de compañeros de trabajo jubilados, salíamos los jueves, con Miguel Cirer como guía experto.
En esta época, empecé a tomar apuntes y escribir itinerarios, queriendo conocer lo que pisábamos, que hasta la fecha no había tenido ningún interés para mí, que me dejaba llevar.
Así empezó mi “curolla” por los pasos. En una salida, con un grupo de gente, conocí a Mateo Pascual, gran conocedor de la Serra, que debía enseñarme los lugares más recónditos, pero que un fatal accidente, truncó su buen andar, al cabo de pocos años.
He tenido la suerte de salir con grandes gurús del senderismo mallorquín: Gaspar Valero, Tomás Vibot, Juan Garau, Juan Enseñat, y otros, de los cuales saqué grandes conocimientos. Fue especialmente grato, colaborar con Emilio Alonso en sus rutas de la Ultima Hora, y con Jaume Tort en los mapas de Alpina.
Salí en la tele!. Salí en la Tele, en un programa del Tira a Tira de IB3, con Rafel Renou y Fernando Angulo. Yo no había visto ninguna de los programas emitidos, pero sí vi el mio. Creía, equivocadamente, que era un programa de minorías, y cual no sería mi sorpresa, cuando una mañana, esperando delante del cine Rívoli, para que me entregaran un video del programa, se paró un hombre, me miró y dijo: Tú has salido en el Tira a Tira. Muy bueno el chiste. Porque en el programa, conté unos cuantos chistes, cosa muy habitual en mí, pero sólo emitieron el primero, porque consideraron que los demás eran demasiado verdes para la TV. No sabía que los chistes tenían colores.
Se me etiquetó como buscador de pasos, que reconozco, ha sido una de mis fobias senderistas. Pero de pasos con historia, antiguos, no éstos que ahora etiquetan con cualquier excusa. No se habilitaban estos pasos para hacer senderismo. Todos tenían alguna finalidad: contrabando, atajos, pasos entre fincas, pasos de caza, etc.
Me apasiona la toponimia, saber por donde piso y qué ha sucedido en estos lugares, en épocas anteriores. Empecé con los mapas de Mascaró Pasarius, riquísimos en toponimia.
Hay anécdotas curiosas. Me enteré del nombre de un paso de Esporles, en un hotel de Salamanca. Cenando cuatro parejas en el hotel, tres de las cuales éramos amigas, se sentó un matrimonio de Esporles con nosotros. No recuerdo cómo, salió que hacia unos días había estado en Esporles buscando un paso cerca de
Sa Casa Nova, y del cual no sabía el nombre. El hombre dijo: Es el Pas d'en Terreta. Y tú como lo sabes? Fue mi pregunta. Yo soy Terreta. Mi abuelo era el propietario de la Casa Nova, y habilitó este paso para subir a cazar a la Fita del Ram. Paradojas de la vida. Me entero del nombre en Salamanca.
Podría contar otra, igual de curiosa. Caminando por la cima del Puig de Garrafa, en Andratx, llegamos a un lugar sin aparente salida. Hay que retroceder. Pero, mirando con ojos montañeros, vemos unas piedras colocadas a modo de escalón. Aquí hay un paso, bajamos por él, por la ladera, llega a un camino y sale a la carretera de Capdellá a Andratx. No tenemos nombre del paso. Estamos en la finca de Son Monjo. Ya tenemos nombre provisional. Al cabo de un tiempo, decidimos ir de nuevo, pero esta vez subiendo desde la carretera. Por el camino nos cruzamos con un payés mayor, con un antiguo coche 4L. Lo saludamos, se para, baja el cristal y pregunta donde vamos. Al Pas de Son Monjo. No, dice él, aquí no hay ningún Pas con este nombre. Digo sí, está aquí arriba. Pero no es este nombre. Al final nos dice que se llama Pas d'en Viguet. Que un Viguet lo montó para subir de su finca donde ahora estamos, para ir a cazar. Te enteras de la toponimia de la manera más casual. Ahora hay un “desgarvell” (descontrol) con los nombres.
En Vilafranca, hay un grupo de senderismo, liderado por Juan Jaume, que es especial y entrañable, como lo fue para mí, la fiesta de San Bernat de Menthon del año 2017 celebrada allí, donde se me hizo entrega de una placa. No pude articular palabra, mi mujer se había muerto 12 días antes.
Y estas son las cosas que dan sentido a mi manera de entender el senderismo. No sólo andar, sino saber que historias o personas han dominado la abrupta montaña mallorquina, no como disfrute, como hacemos nosotros ahora, sino en la mayoría de los casos, para subsistir, atajar, o ganar un dinero extra, transportando fardos.
Es una lástima, que el rico patrimonio etnológico que nos han dejado nuestros antepasados, y del que disfrutamos nosotros, se esté destruyendo, por la desidia de propietarios, hoteleros, políticos, y hasta añadiría de la propia federación, que se llenan la boca de palabras grandilocuentes para cambiar el turismo de sol y playa, y no son capaces de crear rutas de senderismo, como hemos podido comprobar con la ingente cantidad de cambios que han debido hacer con el GR-221.
Cuántos hornos de cal, ranchos de carboneros, hitos de término, pozos de nieve, caminos empedrados, torres de vigilancia, talayots, y un largo etcétera, se podrían conservar, con poco presupuesto, para generaciones futuras.
Acabaría dando una recomendación a toda la gente que desea disfrutar de la montaña o del llano, que también en precioso, pese al asfalto. No debe notarse nuestro paso, no dejar residuos, que si los hemos traído llenos, nos los podemos volver a llevar vacíos. No seamos como estos grandes ecologistas, que dejan cartuchos de caza por donde pasan, pero como éstos pagan, están bien considerados. Únicamente los senderistas, con nuestros pasos, molestamos a los voltors (buitres negros).
Me gustaría acabar diciendo que siempre me he considerado senderista, aunque con intervalos más o menos largos de inactividad, y ahora, debido a mi precario estado de salud, he debido moderar mis salidas semanales, aunque sigo disfrutando de la compañía de mis amigos durante la semana, y de la salida dominical con el grupo de 40Y
Salud y montaña.